Cuando se va a una fiesta, siempre se busca la forma de lucir la mejor vestimenta, para ser el alma de la fiesta. En la política, esto no es muy diferente; la forma de presentarse varía de un candidato a otro: algunos se muestran como el salvador, otros como gestores, algunos como independientes y otros, el único argumento al  que pueden echar mano es que son buenas personas y “cercanos a la gente”.

Con estos argumentos, establecen un discurso para cautivar a sus electores; se vuelven más saludables que una sal de frutas y siempre están muy atentos para congraciarse con todo el mundo. «¡Qué buena gente!», dicen los ciudadanos. «¡Qué candidato tan simpático!», en eso se centra el debate, menos en lo verdaderamente importante.

En San Juan del Cesar hay muchas situaciones llamativas que pocos se atreven a hablar, y es la candidatura de Cubita, un político que hoy enfrenta su tercera campaña. Dicen que la tercera es la vencida y lo que sí es cierto es que si no logra el objetivo, sería su muerte política.

Por esta razón, sin pudor, se ha aliado con Dios y con el diablo. «Lo importante es ganar», dicen en los corrillos políticos de San Juan desde este proyecto. «Después miramos a quién se le cumple». Esa es la realidad que se vive en la campaña, principios y dolores dirán algunos.

Hoy no se entiende cómo una persona que dice representar el cambio en el municipio es quien recibe el apoyo de toda la maquinaria de la alcaldía municipal, la burocracia y los contratistas. Darle el triunfo a este personaje es premiar a una administración parca, sin norte, que le dio la espalda a la gente y garantizar continuidad a los mismos de siempre ¿Avo Diaz merece ese premio?

Pero si eso no fuera suficiente, este personaje también recibe el apoyo de la gerente del hospital de San Maria Isabel González Suarez.  Hoy se habla que el Hospital de manera fraudulenta presuntamente direcciona recursos y a todo el personal en favor de Cubita. Palabras más y palabras menos, con el dinero de los sanjuaneros se hace política. «Del mismo cuero salen las correas», dirían los entendidos. Esta situación dispara los cuestionamientos sobre las realidades de este proyecto político, desdibujándose por sí solo como una opción real de cambio y consolidándose como más de lo mismo.

San Juan no necesita a Deluque tras bambalinas. San Juan clama oportunidades, educación, seguridad, salud de calidad. Esto no se trata de ser bonachón o buen tipo. Lo que se demanda es tener capacidad gerencial probada que permita avanzar realmente en la solución de los problemas de San Juan. En vez de mejorar, lo que se percibe es que los problemas siguen en crecimiento.

San Juan es una tierra con un potencial enorme. Su influencia en La Guajira y su cercanía al Cesar le otorgan enormes ventajas comparativas que han sido desaprovechadas por la administración municipal. La corrupción se ha enquistado al punto de establecerse casi como un tema cultural, mientras el pueblo padece por la falta de inversión. Es hora de un verdadero cambio que se vea reflejado en la gente, no en la chequera de un senador, ni en la oportunidad de un candidato de recuperar lo invertido en sus últimas dos campañas.

El pueblo no tiene por qué pagar los platos rotos de ninguna campaña,  ni las ínfulas o pretensiones de un candidato por ser alcalde. Lo que el pueblo clama es un Gobierno de verdad. No un candidato de bolsillo de Avo Diaz. 


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